La agudeza visual es el parámetro que evalúa la capacidad del sistema visual (ojo y nervio óptico) para detectar y discriminar detalles de un objeto.
Es una medida de la salud ocular, se evalúa en cada ojo por separado, a una distancia de lejos (3,5 mt en la consulta) y de cerca (33 a 35 cm).
Podemos evaluar la agudeza visual en el niño en varias etapas de su vida:
– La primera etapa, con mayor responsabilidad sobre el pediatra/neonatólogo desde su primer contacto en el retén con el recién nacido. Es él quien realizará la interconsulta para el oftalmólogo pediatra y orientará a los padres, alertándolos ante la presencia de una historia familiar del niño con trastornos oftalmólogicos: cataratas congénitas, glaucoma, tumor ocular (Retinoblastoma); ante una historia clínica del recién nacido de: prematuridad, de administración de oxígeno en la incubadora, de fototerapia y de peso menor a 1.500gr; o ante un exámen físico que revele: ptosis palpebral (párpado descendido), lágrimas al llorar, lesiones en piel o en conjuntiva ocular.
– La segunda etapa puede ser cumplida en el transcurso de los dos primeros años de vida, donde la responsabilidad es compartida pediatra/padres. El pediatra seguirá cumpliendo su rol de educación y orientación para alertar a los padres y estimularlos en la observación del desarrollo visual en el niño así como de la presencia de los signos de alarma en cuyo caso será referido al oftalmólogo pediatra.
– A partir de los 3 años los padres pueden consultar al oftalmólogo pediatra para descartar en su hijo sano un trastorno visual o cualquier alteración ocular que haya pasado inadvertida. Se sugiere que se haga la primera evaluación antes de comenzar con las exigencias escolares, cuando ya el niño se comunica verbalmente y cuando ya reconoce figuras (animales y objetos). La frecuencia de asistencia a la consulta oftalmológica a partir de los 3 años es anual, el ojo crece hasta los 21 años de edad, y su condición visual puede variar hasta ese momento.
Los trastornos visuales no siempre implican enfermedades, existen condiciones del ojo sano que disminuyen la agudeza visual y que con el diagnóstico a tiempo permiten la corrección adecuada con la indicación de lentes. A estas condiciones se les denomina vicios de refracción, y traducen alteraciones o cambios del tamaño del ojo (miopía, hipermetropía), de la superficie ocular (astigmatismo) o de la acomodación para la mirada de cerca (presbicia, comienza en la década de los 40 años).
– Miopía: es un ojo más grande de lo normal con dificultad para ver de lejos, pero es un ojo muy bueno viendo de cerca. Un niño miope tiende a ser tranquilo, estudioso, le encanta leer, pintar, escribir, su mundo es de cerca y puede parecer retraído, tímido y temeroso por respeto a enfrentarse a esa distancia que no domina. Son los músicos, los pintores, los escultores, los científicos,… El miope tiene que ser evaluado por el oftalmólogo especialista en Retina siempre y de por vida. Son ojos con retinas delgadas y con riesgos a desprendimientos espontáneos. Lo prudente es que, si la miopía es alta, no practiquen deportes violentos, por riesgo a traumas contusos, así como tampoco pueden realizar trabajos pesados que impliquen grandes esfuerzos de carga.
– Hipermetropía: es un ojo más pequeño de lo normal con una dificultad para la mirada de lejos (que puede pasar desapercibida), y con gran dificultad y esfuerzo para la mirada de cerca «sostenida» o para el cambio de miradas, es decir, ver de lejos e inmediatamente ver de cerca. El niño hipermétrope tiende a volverse despreocupado y «flojo» cuando comienzan las exigencias escolares, se queja de sueño, dolor de cabeza frecuente, pesadez y presión entre las cejas cuando lee, prefiere atender a la clase que copiar, “se le borran las letras”. Si el diagnóstico no se hace a tiempo son niños que al graduarse de bachilleres no continúan sus estudios, porque ameritan un esfuerzo físico inconsciente y espontáneo que les genera malestar y que puede pasar desapercibido si no se les evalúa con paciencia la agudeza visual de cerca.
– Astigmatismo: es la irregularidad de la superficie de la córnea que produce distorsión de las figuras observadas, es como tener el parabrisas del carro rayado o ligeramente ondulado. El niño con astigmatismo no ve con nitidez, puede ver una línea recta con curvas o verla doble en vez de única. Le molesta la luz del sol, las luces de los carros, y la luz normal, tiende a guiñar los ojos para tratar de enfocar o a cambiar la posición de la cabeza para ver con claridad.
Un ojo con una agudeza visual 20/20 para lejos y cerca, sin esfuerzo de la mirada, desde el nacimiento hasta la década de los 40 años, se denomina emétrope. El oftalmólogo se refiere al tamaño del ojo por lo que mide su diámetro en sentido anteroposterior, de adelante hacia atrás. Por tanto no es lo que evalúa el común de la gente, cuando dice: ¡qué ojos tan grandes y bellos! y lo que está observando es la fachada que el ojo exhibe con la apertura palpebral (espacio entre el párpado superior y el párpado inferior).
Es indispensable evaluar la agudeza visual en los primeros años de vida para asegurarle al paciente que está utilizando su ojo como debe y que se está desarrollando adecuadamente. Si el paciente no ve bien, sus ojos quedan limitados al porcentaje de visión que logran con el mayor esfuerzo de la mirada, y un órgano que no se usa no se desarrolla, a esta limitación de la función visual por no usar el ojo como debe (100%) sino como puede se le denomina ambliopía. Corregir con lentes a un niño significa que debe usar lentes desde que se levanta hasta que se acuesta y que solo se los puede quitar para bañarse y dormir, el lente le ofrece calidad de vida y calidad de visión. No hay forma de predecir por cuanto tiempo va a usar el lente, porque la fórmula cambia de acuerdo al crecimiento del ojo y la variación que ocurre no depende ni del oftalmólogo ni del lente indicado.
Pueden ser signos de alarma de trastornos de la agudeza visual: el niño no mantiene contacto visual al 3er mes de edad, desviación de los ojos a partir de los 6 meses, mancha blanca o brillante en el centro del ojo, ojos rojos frecuentes, movimientos oculares involuntarios persistentes y repetitivos, parpadeo frecuente como tratando de enfocar, dolor de cabeza con esfuerzo de la mirada, se acerca demasiado al papel cuando escribe/lee o al TV cuando lo mira, desvía la cabeza al mirar un objeto, diferencias de visión al tapar un ojo u otro, párpados caídos. El desafío se presenta al asumir nuestra función y ejercer la responsabilidad de educación y orientación como pediatras, como oftalmólogos y como maestros, y al tomar conciencia del importante rol que, junto a los padres, desempeñamos en el adecuado crecimiento y desarrollo visual del niño para generarle bienestar psicoemocional, promover su autoestima y prometerle un futuro de aciertos y construcción.
Dra. Emma Delia Prieto Muñoz emmadprieto@yahoo.es